La Gestalt es una terapia de confrontación. Se confronta porque salgan las emociones y se tome conciencia de ellas. Cuando amamos y aceptamos el que hay, se nos abre el camino. Hay que dejar de luchar contra las emociones para poderlas liberar. Las emociones no liberadas se nos aferran y nos llevan a la enfermedad. La Gestalt tiene tres grandes pilares: Presencia, Conciencia y Responsabilidad. Cuando estoy presente puedo mirar hacia mis emociones, les hablo, las amo, las toco. La Gestalt hace énfasis en el aquí y ahora. Todo el que no se da ahora son fantasías no reales que en el mejor de los casos nos pueden consolar y en el peor nos pueden atemorizar y bloquear. Cuando estoy situado aquí y ahora, en el presente, me doy cuenta del que hay; tomo conciencia. Así puedo liberar la emoción. Y me responsabilizo y actúo de manera diferente. Esto lleva al cambio. De este modo las emociones nos dejan de bloquear; tomamos fuerza. Muchas veces pensamos que hay emociones que son buenas y otros que son malas (miedo, rabia…). Las emociones no son buenas ni malas; todas tienen dos caras y su utilidad. Nos tenemos que acercar a la emoción que no nos gusta a ver qué sentido tiene. Si un tigre entra por la puerta, el miedo nos salvará la vida. Cada sociedad educa en unas emociones más que otras, hasta el punto que podemos tener algunas bloqueadas. Incluso algunas familias están ‘programadas’ para sentir unas emociones u otras.